martes, enero 6

Alabanza en boca propia es vituperio

No contento con autoelogiarse diariamente en el portal de la Universidad de Sonora, el rector Pedro Ortega gastó decenas de miles de pesos para coronar su egolatría con un suplemento anual que se publicó el día último del año en EL IMPARCIAL y EL EXPRESO, dando cuenta de todo lo que se hizo a costa de los trabajadores y estudiantes, pero que él recoge como logros personales. Un bodrio de suplemento hecho por los “genios” de Comunicación Social sometidos a los caprichos del rector, encabezados por Víctor de la Torre, un individuo mediocre con una nula trayectoria periodística que no sea la de haber estado siempre en la nómina de Comunicación y servir de parapeto para los medios de verdad y eso no significa experiencia, y ahora reforzados por ese extraño y oscuro personaje llamado Armando Zamora, al que no quisieron de regreso en Extensión Universitaria, y que ha dejado su gastado ingenio en mejores causas que este triste bodrio de elogios para el rector. La Unison no merece este tipo de “periodismo”, si es que se le puede llamar así a la sumisión y a la falta de dignidad, en la que escasean los verdaderos profesionales del oficio, los que tienen una visión objetiva de los hechos, y no sólo los que están para seguir las órdenes del rector y de Azalea Lizarraga, que desde su columna de Termómetro es quien en verdad maneja los hilos de la comunicación al interior de la Universidad. Así de mediocre está la situación de la comunicación en la Universidad. La Unison merece y necesita voces que dejen de lado el autoelogio y que reconozcan los verdaderos límites de la Universidad, una voz que pueda procesar una reflexión a fondo de su visión de futuro sin concebirse como la única institución de educación superior del estado, porque por desgracia no lo es. Una voz que señale objetivamente, con propuestas de mejoramiento, que muchas de las iniciativas y programas institucionales avalados por rectoría son signos de debilidad orgánica. Una voz que le haga ver al rector y sus secuaces que el dicho aquel de “Elogio en boca propia es vituperio”, un dicho que no parecen conocerlo en las altas esferas de la Universidad, pues con independencia de las profundas divisiones que se alojan en su seno, la confluencia en varios y pobres lugares comunes persiste. Todos los días aparecen en el portal y en las páginas pagadas de los medios a través de Comunicación Social frases viejas y gastadas que ya nos las hemos aprendido de memoria, aunque no por eso son ciertas: Somos el instrumento de movilidad social más importante del siglo, la conciencia crítica del estado, la empresa cultural más importante de Sonora, el lugar donde se origina 50% de la investigación sonorense, faro de la cultura, templo del saber y, por ende, una institución imprescindible para la viabilidad de la entidad. ¿Hay condiciones para una transformación a fondo con esta convergencia en el autoelogio excluyente como denominador común? No lo sabemos. Y si no lo denunciamos, nunca lo sabremos. Pero la realidad es que hoy más de la mitad de la matrícula estatal de licenciatura estudia en instituciones que no son la Unison. Buena parte del oficio académico sonorense se realiza fuera de ese mercado y, en otro orden de ideas, los instrumentos de movilidad se han multiplicado, las vías de crítica crecen en su diversidad en todos los medios, las entidades culturales son distintas y en este estado, tan diferente al de 1942, la realidad no parece coincidir con las frases que nos han acompañado desde que tenemos memoria, pero que no han dejado nunca de ser solamente frases. La de moda es Visión de Futuro. ¿Visión de futuro para quién?, sería la gran pregunta. ¿Para los mismos que han estado en rectoría desde hace ya casi 16 años? No se trata de desconocer la importancia de la Unison en el conjunto de las instituciones de educación superior del estado. Importa y mucho, pero quizá lo que sigue, para que sea fructífero, implica un sano proceso de secularización de las imágenes que acompañan a los miembros de la Unison sobre sí mismos. A pesar de todas las banderas de calidad ondeantes frente a rectoría y premios recibidos, en muchos casos de manera casi automática, la Unison ya no es la única universidad del estado. Es una más, y gracias a su historia y tradición, es también la más bien dotada de recursos públicos. La comunidad universitaria todavía está en espera del mayor premio que la Unison pueda recibir en el mandato del rector Pedro Ortega, que sería la democratización de sus procesos para elegir rector y demás autoridades de primer nivel, así como la de la toma de decisiones al momento de distribuir los recursos financieros que recibe y los bienes de los que dispone. Esa sería una gran reforma en la Unison, pero ¿sabrá pensar en su reforma en un contexto estatal al que ha contribuido a diversificar y potenciar?. ¿Sabrá reconocer los nuevos límites que le dan sentido?. ¿Podrá aprender de otras experiencias universitarias?. ¿Escuchará a la sociedad que transita eludiendo las únicas vías en casi todos los terrenos?. ¿Cabrá en la agenda del diálogo el análisis de su papel en una sociedad que aspira a la federalización en serio?. Y finalmente, ¿cabrá la autocrítica y la reubicación de la Universidad de Sonora en este otro estado donde vivimos, que no es el mismo ni lo será nunca más al de hace ocho años? No lo sabemos, y no deberíamos esperar sentados por las respuestas, sino inducirlas de manera inteligente.

Enviado por JOSE LUIS MARTÍNEZ (en el Foro "Otra Universidad es posible")

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