lunes, abril 30

Hartazgo por la mala administración de Heriberto Grijalva Monteverde

José L. Villanueva
Publicado originalmente en abril de 2011

Diferentes columnistas han calificado a Heriberto Grijalva Monteverde, rector de la Universidad de Sonora, como incompetente, irresponsable, y que ha perdido credibilidad por su falta de palabra y compromiso, solo para seleccionar algunos calificativos con que ha sido referido. A pesar de esto y otras evidencias, algunos quieren cubrirle las espaldas y esconder su gran responsabilidad en el estallamiento de huelga del Sindicato de Trabajadores Académicos, STAUS. El origen de este conflicto que actualmente tiene paralizadas las actividades de la UNISON, tiene mucho que ver con la falta de respeto y valoración de la administración, encabezada por Grijalva y su Secretario Académico Enrique Velázquez Contreras, hacia los académicos y sus actividades, sin reconocimiento efectivo por parte de la UNISON más que para presumir números en reportes, que suelen adjudicarse los administrativos como méritos propios. Sin embargo, la mayoría de los académicos no recibe apoyos para docencia e investigación a menos que forme parte del clan de funcionarios o sus amigos. El programa de estímulos al desempeño docente, más que estímulo, parece un castigo, y deja abiertas las puertas para no acreditar una serie de actividades consideradas solo por no acreditarlas de cierta forma, que no siempre es la más sensata, y en casos resulta más sencillo acreditarla ante instancias como el sistema nacional de investigadores que en las llamadas entre los académicos “tortibecas”, y no existen en la UNISON programas de apoyo a la investigación internos como los hay en otras instituciones de educación superior. Los estímulos al desempeño, que se le ponen en canasta tan alta a los académicos en general, se les otorgan en el nivel máximo a personal que llega a no ser exclusivo de la UNISON, pero que por ciertos tratos con funcionarios al rector reciben “trato especial”. Como señalan académicos, sí hay dinero para que funcionarios tengan oficinas con lujos y personal evidentemente en exceso, lo que explicaría por que el personal de confianza se ha incrementado como el doble de lo que se ha incrementado el personal académico. Hay funcionarios que ocupan oficina de lujo y cuentan con una recepcionista exclusivamente para estar en una amplia sala en donde saluda y a su vez hace pasar a otra oficina. Por esto y otras razones, es incongruente que se nieguen mejoras salariales reales a los trabajadores universitarios, mientras que la administración de Grijalva muestra un completo despilfarro de recursos en otros rubros. Es evidente que recursos los hay, si no hay recursos, ¿cómo es que no le da vergüenza al rector y sus funcionarios tener esos salarios que cobran? Según informó el STAUS, tan solo entre el rector y el secretario general académico devengan en sueldo y prestaciones 2.5 millones (sumele usted, lector, otros ingresos derivados aprovechando el puesto), mientras que lo ofrecido a todo el gremio suma una cantidad menor. Un poco desigual, ¿no? Se desprende lo que se denuncia aquí: el problema no es falta de recursos sino quien se queda con los mismos. Heriberto Grijalva Monteverde se ha creido que la Universidad y sus recursos le pertenecen, al estilo de los políticos que se adueñan de lo que pertenece a la nación, y por lo tanto a todos los ciudadanos. Lamentable que la Universidad, que debería ser plataforma para mejorar la sociedad, simplemente se ha adaptado al modelo de sociedad que tenemos. Otra fuente de disgusto que catalizó el estallamiento de la huelga que mantiene el STAUS tiene que ver con la nula democracia en la elección de funcionarios, que son seleccionados al modo de la administración, sin tomar en cuenta a las bases. Aún está pendiente de que el rector aclare el caso de la División de Ciencias Sociales, en donde se ha denunciado que ejerciendo indebidamente la autoridad, se ha impuesto a la Directora. Esta administración le otorga cada vez más prerrogativas a los funcionarios, mientras que los académicos cada vez se mantienen más al margen de los apoyos y decisiones. Herederos de la administración de Pedro Ortega Romero, Heriberto Grijalva y Enrique Velázquez, quien algunos dicen que es realmente quien está conduciendo en la UNISON, ante la deplorable negligencia de Grijalva, tuvieron que arreglar sin romper, que Grijalva fuera el delfín de Pedro Ortega, por lo que Velázquez tuvo que sacrificar por lo pronto su eterno sueño de convertirse en rector, pero sus pretensiones siguen, como si estuvieran haciendo bien las cosas. Tal vez una vez allí, cumpla su palabra fascista de poner en fila a los universitarios, correrlos, y recontratar solo a quienes el quiera. O quizás ya esté, aunque sin ser oficial, desempeñándose como rector. Pero, ¿cuál es el origen de este dúo como funcionarios cuyo desempeño ha provocado tal hartazgo en la comunidad universitaria, que desencadenó en huelga? Heriberto Grijalva Monteverde y Enrique Fernando Velázquez Contreras iniciaron su carrera política como funcionarios universitarios al mismo tiempo que eran estudiantes. Alumnos a la vez que funcionarios del Departamento de lnvestigación en Polímeros y Materiales, gente dócil ante ellos, “evolucionaron” pensando que la Universidad de Sonora se comporta como la apacible (para ellos) gente de ese Departamento. En el caso de Velázquez, ha paseado su plaza de académico de tiempo completo de Ciencias Químico Biológicas a Polímeros y Materiales, según le convenga, como cuando fue Director de la División de Ingeniería sin estar originalmente adscrito a esa División. Las plazas de ambos funcionarios fueron agenciadas no por méritos académicos sino por relaciones de padrinazgo político en un caso y valiéndose del sindicato en el otro. De paso, ya relacionado Grijalva, su esposa obtuvo de manera curiosa su plaza en un concurso que inicialmente había perdido. Muy caro le han costado a la Universidad esas dos plazas, ya que nunca desarrollaron por sí mismos una carrera académica sino que aún su grado de Doctor, fue conseguido siendo estudiantes y funcionarios a la vez de la dependencia otorgante, y solo para facilitar su ascenso en la estructura de la UNISON. Sin el mérito siquiera de los líderes sindicales que por lo menos son elegidos por los universitarios. Plazas desperdiciadas en cuanto a que además de que no trabajan como académicos, le cuestan enormes sumas a la UNISON, con las que se podría pagar a profesores que realmente valieran la pena. Especialistas en simulación, además de ser primero estudiantes-funcionarios, han manejado el presupuesto universitario para dar apoyos a cambio de publicaciones y tesis. Actualmente, Heriberto Grijalva recibe crédito como director de tesis del hijo de Mónica Castillo Ortega, una de las investigadoras que le ha brindado al actual rector publicaciones y ha sido bien pagada ya que se le concedieron ocho años como Jefa del Departamento de origen de Grijalva Monteverde, y recientemente se le inventó un puesto o comisión de extraño nombre. Otro de sus hijos fue "favorecido" con un contrato directo de parte del director de la División de Ingeniería Leobardo Valenzuela García. En este mismo departamento, Rocío Sugich fue nombrada Secretaria Administrativa apenas se graduó, habiendo tenido como director de tesis a Enrique Velázquez Contreras, Secretario General Académico, quien, además, tiene a un ex-alumno suyo que se supone es profesor del Departamento de Ciencias Químico Biológicas, diariamente asentado en la oficina del Departamento de Polímeros y Materiales, se dice que como un par más de sus orejas allí. Este funcionario, del que se rumora fama de relacionarse con alumnas, tiene el sueño de ser rector de la Universidad de Sonora, no satisfecho de la descomposición que ya ha causado como cómplice de Pedro Ortega Romero y ahora segundo ( ¿o primero?) de Grijalva Monteverde, al que en un medio periodistico se cita como Monte...verde, pero avaricioso de seguir recibiendo beneficio$$$ de la “generosa Universidad”.

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