Denigra Bullying universitario a la UNISON: Catalina Soto
Por Fernando Gutiérrez R. / Dossier Politico
En la Universidad de Sonora se esta gestando una cultura de violencia y agresión entre iguales, donde las agresiones entre alumnos, el acoso sexual y la represión laboral, están tomando carta de residencia al interior del campus, sin que la autoridad de la Máxima Casa de Estudios haga algo por frenar este esquema considerado como Bullying universitario.
No son pocos los casos registrados donde flagrantemente se violentan los derechos humanos de los estudiantes, ante la mirada complaciente de las autoridades universitarias, que lejos de tomar cartas en el asunto, se mantienen apáticas ante frente a los atentados contra la dignidad del estudiantado, según denunció en entrevista para Dossier, la maestra Catalina Soto, titular de la Comisión de
Derechos Humanos y Universitarios de la Universidad de Sonora.
En su postura, la ombudsman universitaria coincide con la Maestra Belinda Márquez Ulloa, del departamento de Sociología y Administración Pública del Alma Mater, al cuestionarse: ¿Nuestra Máxima Casa de Estudios que forma: Estudiantes o sicarios?.
Lo anterior, en relación a las denuncias de agresiones a estudiantes de primer ingreso en la escuela de Agricultura y Ganadería, que los primeros días de clases fueron sometidos a violencia física y emocional en tres vertientes que han sido debidamente documentadas por la Comisión de Derechos Humanos y Universitarios.
La primera, cuando no pocos alumnos fueron sometidos para ser trasquilados en contra de su voluntad por parte de alumnos de semestres avanzados, ante la mirada complaciente de algunos maestros y el jefe de departamento de Agricultura y Ganadería.
Esta andanada de agresiones, señala Soto Cota, fue acompañada de acciones de chantaje y robo de pertenencias a los estudiantes agredidos, sin que hasta la fecha la autoridad universitaria haya realizado una investigación para poner a disposición de las autoridades competentes a los responsables de estas agresiones, incluso, a quienes en su carácter de maestros o autoridades universitarias asumieron una actitud complaciente ante los hechos, “por tratarse de una tradición estudiantil”.
Pero la defensora de los derechos humanos estudiantiles de la Universidad de Sonora, va más allá de la denuncia por las llamadas “novatadas” en la escuela de Agricultura, cuando denuncia que las violaciones a los derechos humanos al interior del campus toman también forma de acoso sexual de maestros contra alumnos, represión laboral de autoridades contra maestros y trabajadores, donde el sexo femenino es el blanco preferido de estas acciones consideradas de suyo como delictivas.
Catalina Soto lamenta que desde rectoría no exista una política para encauzar las denuncias de violaciones a los derechos humanos y la dignidad de alumnas y alumnas. “Antes al contrario, se ha generado un esquema de dejar ver dejar pasar, en el animo de no crear una cultura de respeto entre maestros, alumnos y trabajadores. Desde Rectoría pretenden que todas las denuncias queden archivadas para no manchar la imagen de la Universidad, a consta de crear una cultura de violencia hacia su interior”, argumenta la entrevistada.
Para la maestra Belinda Márquez Ulloa, el impacto de experiencias como la de ser trasquilados, vejados y denigrada su integridad moral, enfrasca a los alumnos en un regionalismo, “donde la democracia y los derechos más elementales del hombre, brillan por su ausencia; donde no tienen voz ni voto a pesar de la reglamentación existente; donde la violencia y el agandalle es la moneda diaria.
En una carta dirigida a la comunidad universitaria, Márquez señala: “Sobre la materia de Ética y Desarrollo Profesional ¿Qué decir con tales antecedentes y esas primeras experiencias de quienes recién ingresan? Si las mismas autoridades “morales” no son capaces de levantar la voz para defenderlos, y disfrutan de los acontecimientos que ellos mismos generan, ¿Qué tipo de ética practican? ¿ La del sicario o la de un académico preocupado por sus estudiantes?.
Al respecto, la titular de la Comisión de Derechos Humanos y Universitarios manifiesta que desde hace un año hizo llegar al Rector, a través de la Vicerrectoría, las denuncias sobre violencia entre alumnos, acoso estudiantil y laboral, pero por desgracia no ha sido tomada en cuenta su advertencia, sobre todo, sobre todo, cuando se han canalizado estas denuncias a una Comisión de Derechos Humanos al interior del campus, que no tiene el reconocimiento formal de la comunidad universitaria, que a su decir, usurpa Manuel Tapia Fonllem.
La defensora de los derechos de la comunidad universitaria hizo un llamado a maestros, alumnos, trabajadores y padres de familia a denunciar formalmente todos los actos que atentan contra la dignidad humana ante la instancia que ella encabeza formalmente, misma que fue electa por la mayoría de los integrantes de los órganos de dirección de la Universidad de Sonora y los gremios sindicales.
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