Aída Gómez alerta del "bajo nivel" en danza de las nuevas generaciones
Menuda de cuerpo y rotunda en todo lo demás. Así es Aída Gómez (Madrid, 1967), bailarina y coreógrafa curtida en compañías públicas y privadas, que ha dejado huella en grandiosas giras internacionales y en el cuerpo a cuerpo de los talleres formativos, reivindicativa con el lugar que debe tener la danza en España y el legado de los grandes maestros y consciente, sin ambages, de la enorme proyección del flamenco. El respeto a la tradición fue uno de los puntales de la clase magistral que Gómez impartió ayer en Sevilla, invitada por la Fundación Autor de la SGAE, que se desarrolló en el Museo del Baile Flamenco de Cristina Hoyos. En esta ocasión, la clase estuvo dirigida a 18 alumnos (dos eran chicos), la mayoría procedentes de los cursos superiores del Conservatorio Profesional de Danza Antonio Ruiz Soler que tuvieron la oportunidad, explicó la bailarina, de "ahondar en la escuela bolera y la danza española, lo que es danza estilizada o danza culta, que es verdaderamente técnica por el carácter, la velocidad, la forma de bailar, los palillos, la colocación de las manos... ".
La intérprete, actualmente inmersa en la gira internacional de Carmen y Permíteme bailarte, valora con la perspectiva que da el trabajo dentro y fuera del país el contexto en que se mueve la danza: "La crisis ha llegado a todo el sector, pero soy de las que dice que la danza siempre ha estado en crisis. Hay una excesiva dependencia de las ayudas públicas, de todas formas, aunque la cosa esté complicada prefiero no desanimar a las nuevas generaciones".
Aunque, pese a la amplitud de las opciones formativas, Gómez no cree que la nueva generación que arranca en España en danza se defina por su excelencia. "Hay que defender el arte sobre el escenario, porque montapasos hay muchos. Hay que saber proyectarse en el escenario y trabajar con profesionalidad". Y eso, a juzgar por sus palabras, no lo traen aprendido muchos de los jóvenes: "Yo hago audiciones en Madrid y el nivel que me encuentro es bajo. La docencia debería recapacitar en qué nos estamos equivocando porque esto es una tarea que no se puede afrontar solos. Hay gente que se saca el título y es maestro en danza y el alumnado repite durante todo el año lo mismo y cuando llegan a las compañías hay que volver a enseñarles y es muy complicado, porque vienen con muchos vicios adquiridos. Para llegar alto hay que pasar por todas las fases: enseñanza, cuerpo de baile, solista, bailarín, coreógrafo... No llegar y topar".
Respecto al lugar que, en la danza en España, deben ocupar las compañías públicas, la que fuera la directora más joven del Ballet Nacional de España (con apenas 30 años) defiende la existencia de estas instituciones "siempre que lo público no se convierta en un funcionariado. El artista tiene que ser libre y afrontar cada día con ilusión para crear nuevos proyectos, no levantarse pensando sólo en fichar. Para experimentar, quizás seis años la misma persona al frente de la institución sean demasiados, por eso es importante invitar a coreógrafos a enriquecer a los integrantes de estas compañías", declaró la coreógrafa.
Por esta razón -por el interés en la creación más que en el cargo- Aída Gómez valora positivamente el nuevo modelo que la Consejería de Cultura ha aplicado al Ballet Flamenco de Andalucía (BFA), que en esta nueva etapa apuesta por que intérpretes andaluces creen coreografías que se desarrollen y produzcan en el seno del Instituto Andaluz del Flamenco. La nueva vida del BFA la inicia Rubén Olmo, quien precisamente participó en El barberillo de Lavapiés de la Compañia de Aída Gómez, aunque, apunta la bailarina, "hay que concretar mucho más en qué consiste este modelo: ¿el creador de la coreografía acompañará la gira nacional o internacional de esa producción? Hay que definir mucho la distribución de este tipo de proyectos, porque el arte se tiene que mimar todos los días".
Algo que le ha enseñado a los inscritos en esta clase magistral que cuenta, entre ellos, con la mexicana Gabriela Estrada, profesora de la Universidad de Sonora en la especialidad de danza, cuyo doctorado gira en torno a la aportación del flamenco al ballet. "La experiencia ha sido excepcional por la calidad, el estilo y la atención a cada alumno", celebra esta alumna por un día de Aída Gómez.
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