La huelga en la UNISON y la responsabilidad de los políticos
Arnulfo Castellanos Moreno
(2 de abril) Este sábado 2 de abril de 2011, el periódico Expreso publicó un artículo firmado por Javier Quintero. Su título es: “NO ES POSIBLE QUE EN 7 AÑOS HAYAN ESTALLADO 6 HUELGAS: LARIOS”.
Según el reportero, el secretario de Gobierno, Héctor Larios Córdova, habría declarado que hacía falta “... un cambio estructural y de fondo...” en la Universidad de Sonora “... para evitar que ocurran situaciones similares en el futuro.”
El conteo de huelgas del Secretario de Gobierno se realizó con base en los números pares del sistema numérico que en matemáticas llamamos los números naturales, pues hasta donde mi memoria alcanza son tres huelgas y no seis. Pero independientemente de eso, quiero referirme a la estructura de la que habla.
Georg Lukács escribió en su libro el Asalto a la Razón algo que generó un profundo desagrado entre muchos de sus contemporáneos y que ahora viene a cuento. El decía que los filósofos eran responsables de los hechos sociales desencadenados por ideas surgidas como consecuencia de sus obras. Yo deseo modificar ahora, ligeramente, su afirmación para escribir que los partidos políticos son responsables de los hechos sociales que sus decisiones producen. Este es el caso del Partido Acción Nacional (PAN) en este momento.
Cuando Manlio Fabio Beltrones convocó, desde su toma de posesión, a modificar la ley orgánica de la Universidad de Sonora, o sustituirla por otra, los panistas se apuntaron y actuaron junto con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) para cumplirle al Gobernador en menos de 50 días. La votación para aprobar la actual Ley 4 no tuvo unanimidad porque solamente un diputado se opuso, y por cierto, no era panista.
¿Qué hicieron los redactores de la ley que hicieron suya los diputados del PRI y del PAN? Copiar la ley orgánica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). En consecuencia, procede saber qué había ocurrido antes allí para tratar de entender algunas de las cosas que ocurrieron después de 1991 en la Universidad de Sonora.
El primer Rector General de la UAM fue Pedro Ramírez Vázquez, pero como en octubre de 1975 fue invitado al PRI para ser su Secretario de Prensa y Propaganda, renunció para dejarle su silla al Dr. Juan Casillas García de León, quien se había venido desempeñando como Rector de la Unidad Acapotzalco. Como la Ley Orgánica de la UAM no admitía reelección, Casillas llegó hasta 1979.
En el rectorado de Casillas se formó el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (SITUAM), como respuesta a un sindicato de apariencia blanca que se llamaba Consejo Sindical de la Universidad Autónoma Metropolitana (COSUAM), según se dice, muy ligado a la Rectoría General en turno.
El SITUAM se estrena con una huelga de más de 30 días exigiendo en 1976 la firma de un Contrato Colectivo de Trabajo, pero como se describe en el libro de Miguel Castellanos Moreno: Historia de la Universidad de Sonora (el STAUS y el desarrollo académico), eran momentos en que el Gobierno trataba de meter a los universitarios al Apartado B del Artículo 123 Constitucional, como si fueran burócratas; o en su defecto, a un nuevo apartado que se llamaría Apartado C del Artículo 123 de la Constitución. Así, los universitarios de la UAM no lograron que se les firmara un contrato, sino unas condiciones generales de trabajo.
A partir de 1979 se designó como Rector General al filósofo Fernando Salmerón, quien renunció en 1981 como consecuencia de un conflicto con el sistema de ingreso y promoción del personal académico. Así llegó a la Rectoría General de la UAM Sergio Reyes Luján, quien fungió desde diciembre de 1981 hasta 1984. Éste era un personaje fugado del trabajo de docencia y de investigación en Física. Al parecer, abandonó la ciencia sin haber desarrollado su tesis doctoral, como se infiere del currículum que entregó para acompañar su colaboración a las publicaciones oficiales durante el festejo del XV Aniversario de la UAM.
Para esa fecha la inclusión de los trabajadores universitarios en la Ley Federal del Trabajo ya era un hecho y las condiciones generales de trabajo habían pasado a ser un Contrato Colectivo de Trabajo. Una de las principales acciones de Reyes Luján fue retirarle al SITUAM lo que a su juicio eran cláusulas del contrato que él consideraba “académicas”, y por consecuencia, no pactables con el sindicato. La Junta de Conciliación y Arbitraje le dio la razón, pero el sindicato se amparó ante la Suprema Corte de Justicia dejando la situación legal en un vacío jurídico creado por el Rector General Sergio Reyes Luján.
Éste Rector se encontraba enfrentado al mismísimo Colegio Académico de la UAM, pues este órgano se negaba a tomar acuerdos que suplantaban las cláusulas firmadas previamente con el SITUAM. De hecho, Reyes Luján se convirtió en un permanente promotor de esta idea en todo México, participando con ese discurso en cualquier parte en que sesionara la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES). Su respaldo principal era el Secretario de Educación Pública, Jesús Reyes Heroles, de mano pesada en los asuntos universitarios.
Reyes Luján resolvió su problema interno generando una diferencia gigantesca entre los funcionarios integrantes de su administración y los profesores de la UAM. Fue el responsable de los incrementos inusitados a los sueldos del personal de confianza, de multiplicar por dos las cuotas de los alumnos y de dejarlas indexadas al aumento de los salarios mínimos.
Cualquier semejanza con la Universidad de Sonora no es una coincidencia, es una consecuencia de haber copiado una ley que en 1991 ya había mostrado sus limitaciones. Todas estas enseñanzas fueron seguidas en la UNISON por Jorge Luis Ibarra Mendívil y mantenidas por sus dos sucesores. ¿Por qué? Porque la estructura implantada con la Ley 4 los obliga, ya que si la burocracia ganara los mismos niveles de sueldos previos a esa legislación, ya habrían formado un sindicato de personal de confianza, se habrían aliado al STAUS y no aplaudirían cuanta cosa se les ocurre a los altos mandos.
Vale la pena agregar, además, que así se generó en muchos profesores una sensación de espera y de colaboración con la autoridad, pues ayudando tal vez un día se fijarían en ellos para premiarlos - aunque fuera por un periodo - con un cargo de esos en los que se ganan sueldos de verdad. Esto generó un consenso y una calma cuyo final se ha venido apareciendo de cuando en cuando.
Eso no ocurría en la Universidad de Sonora antes de 1991. Pero para colmo, ahora el Rector y todos sus funcionarios tiene sueldos a los cuales se les agregan todas las prestaciones que se le firmen al Sindicato de Trabajadores Académicos (STAUS), con lo cual le meten la mano a ese escaso porcentaje que se va a las cláusulas de monto fijo, pero también, al 2% de prima de antigüedad y a otras prestaciones que no enumeraré.
Si ahora se quejan en el PAN de la estructura de la Universidad de Sonora, vale la pena traer a la memoria lo que escribí al principio: ellos aprobaron la Ley 4 junto con el PRI, a petición pública de Manlio Fabio Beltrones. Y si estamos inconformes con las aberraciones que ocurren con los sueldos, y si están siendo denunciadas con mantas firmadas por el STAUS, está muy claro que no es culpa de los maestros.
Yo estoy convencido de que en una Universidad de Sonora democrática y transparente esta huelga no hubiera estallado, pues si acaso es cierto que ya no tienen presupuesto, la parte patronal de la comisión negociadora no se hubiera negado impunemente a firmar, por ejemplo, una cláusula que yo propuse y ahora se encuentra en el olvido, ahogada entre tanto problema: que la autoridad universitaria nos entregue los últimos veinte comunicados oficiales en los cuales el Gobierno del Estado de Sonora le comunica a la autoridad universitaria a cuánto asciende su nuevo presupuesto anual. Allí se detalla, entre otras muchas cosas, cuántas nuevas plazas de tiempo completo se les están otorgando.
Si supiéramos la historia de cuántas plazas de tiempo completo se otorgaron en los últimos 20 años, sabríamos a dónde fueron a parar y por qué estamos ahora como estamos. Pero no, la respuesta ha sido siempre evasiva, y con eso, nos han cultivado una enorme desconfianza, misma que nos permite especular, por ejemplo, que se niegan a las sustituciones de las plazas de tiempo completo de quienes se van de beca porque justamente esas son las plazas que han estado usando para andar repartiendo por allí, habida cuenta de que, como dije en una de las Asambleas Generales, un mal día nos quitaron una redacción que decía: dos cláusulas por año para cada unidad académica con más de veinte profesores de tiempo completo.
Cerraré con un dato chusco: Sergio Reyes Luján no tenía ideas académicas para dirigir a la UAM, como lo reconocería implícitamente en 1990 al afirmar que había logrado “percibir con mucha mayor claridad cómo puede vincularse la universidad con los sectores público, privado y social...”, para agregar más adelante que su concepto de Rector General era tal que el cargo “no tiene una orientación académica.” No es invento mío, es una cita textual.
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