Cuestión de principios
Por: Dr. José Darío Arredondo López
Publicado del día 14 de abril de 2014
Siempre es admirable encontrarse con un hombre de principios, porque cuando alguien se define de esta manera despierta un sentimiento de confianza y respeto hacia el declarante. Recientemente, el señor rector de la Universidad de Sonora aclaró que su negativa a negociar con el sindicato STEUS era por “cuestión de principios” y que se trataba de “cambiar la relación laboral” en la institución que preside.
Desde luego que se debe conceder el beneficio de la duda a las intenciones que pudieran permanecer ocultas tras el velo de más de 40 días de huelga en la más importante institución de educación superior en el Estado. No pueden ser malas y menos intencionalmente lesivas para la estabilidad política y la tranquilidad social, a pesar de que alrededor de 30 mil estudiantes están de vacaciones forzadas, ya que de serlo acabarían con la credibilidad de quien asegura que lo hace por razones éticamente plausibles.
¿Quién podría llegar a pensar que el rector de la UNISON se guía por la víscera y no por la razón y la justicia?, sin embargo, para muchos universitarios su afirmación de que actúa por principios puede resultar críptica, misteriosa, un verdadero acertijo en la lógica de una institución que pasó de ser educativa a una especie de campo experimental de las reformas neoliberales. ¿Por qué se ignoran los llamados al diálogo de los sindicalistas del STEUS? ¿A qué principios se refiere el rector para sustentar su negativa? ¿Por qué dice que se trata de cambiar la relación laboral?
Sin duda el rector Grijalva es un buen hombre, un joven que ha pasado por ser estudiante, maestro y autoridad en la casa de estudios que lo formó. Es el típico caso de una relación endogámica donde los referentes únicos son los que buenamente le ha provisto su permanencia en el campus universitario. Seguramente su experiencia como estudiante de licenciatura y luego de postgrado combinado con funciones de autoridad, le han permitido tener familiaridad con su entorno inmediato, pero su aprendizaje en los corrillos de la administración central pudieran haberle dado una falsa conciencia de lo universitario, para reducirlo a un ente burocrático cada vez menos identificado tanto con los trabajadores académicos como seguramente con los manuales y administrativos, y cada vez más con las cúpulas meritocráticas cercanas al poder público.
Lo anterior nos remite a Paulo Freire y a su idea de que los profesores, cuando asumen como propias las ideas de la administración, terminan siendo “colonizados” por ella y actúan según los intereses que antes veían como contrarios. Es similar a lo que pasa cuando un trabajador defiende los intereses del patrón a pesar de que es víctima de sus abusos, o cuando un ejidatario abandona los principios de la propiedad social y se siente y actúa como pequeño propietario o latifundista. Igual ocurre con los políticos que traicionan al pueblo y defienden las banderas de los explotadores extranjeros.
En este punto vale retomar lo que ha dicho sobre su postura el rector Grijalva ante los medios de comunicación: “es cuestión de principios”. “Se trata de cambiar la relación laboral”, sostiene. A más de 40 días de huelga, la administración se dispone a vacacionar por Semana Santa, de manera que los sindicalistas en posesión de las instalaciones deberán esperar al día 21 para tratar de que pase algo. ¿Usted piensa que “los principios” facultan a un funcionario universitario a ignorar a los trabajadores? ¿Cree usted que mantenerse en una posición inflexible tiene que ver o va a cambiar la “relación laboral” de la institución con sus trabajadores?
Honestamente, cualquier funcionario medianamente enterado sabe que la relación que se establece entre la institución y sus trabajadores, se encuadra en el marco de la legislación laboral vigente y se formaliza en el contrato colectivo de trabajo, de suerte que el STEUS y el STAUS en su carácter de sindicatos gremiales pactan las condiciones de trabajo y las especificidades de la relación laboral con la institución mediante este documento, que legalmente norma la relación durante su período de vigencia. Si esto es así, entonces, ¿qué quiso decir el rector? Lo anterior sugiere que el representante legal de la institución es víctima de una grave confusión conceptual.
Pero, volviendo a la cuestión de los “principios”, ¿qué clase de moral o ética permite la humillación de un gremio al no dignarse tan siquiera a dialogar con ellos? En la experiencia universitaria de los últimos 30 años, jamás se había dado el caso de que a los trabajadores se les reprimiera de manera tan desproporcionada por el hecho de cerrar las instalaciones universitarias por un día laboral en el que todo siguió funcionando como siempre, salvo que el acceso vehicular quedó suspendido y los maestros y estudiantes accedieron a pie sin pena ni gloria. ¿Qué tanto pudo afectar a la soberbia de la cúpula burocrática universitaria dejar de ingresar con sus Suburban para cumplir con las labores propias de sus cargos?
Al parecer, hay mucho de irracionalidad y simulación en este asunto de la huelga, donde es fácil suponer que lo que está detrás no es una cuestión de principios ligados al respeto y la lealtad institucional, o a la observancia estricta del marco normativo en el que se desenvuelven las relaciones laborales.
En este punto se pueden aventurar dos posibles explicaciones: Las autoridades universitarias han perdido piso debido a una severa obnubilación por megalomanía (es decir, se marearon arriba de un ladrillo), lo que se pudiera resolver a través de un proceso de desintoxicación lejos de cualquier posición administrativa, a fin de que la condición de “colonizado” pierda sus efectos perniciosos; la segunda y la más lamentable de las situaciones, sería que ese proceso de colonización ideológica haya llegado a un punto en que la realidad institucional haya dejado de ser significativa en el sentido universitario para quedar reducida a los parámetros de la experimentación neoliberal, es decir, que el rector y alta burocracia, hayan quedado a merced y actúen de acuerdo a intereses ajenos y contrarios a los universitarios, de ahí su negativa al diálogo y a la toma de acuerdos.
Seguramente a estas alturas muchos ciudadanos y familiares de universitarios se preguntarán, ¿a qué le tira el rector? ¿A qué intereses responde? ¿Se está prestando para forzar una contrarreforma a la ley orgánica? ¿Realmente merecía estar nuevamente al frente de la Universidad? Buenas preguntas. Las respuestas pronto vendrán.
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