Con ustedes, la huelga
José Darío Arredondo López
Hermosillo, Sonora, 22 de Abril de 2012
Por votación mayoritaria, los trabajadores académicos universitarios se lanzaron a la huelga. Desde luego que algunos especularán sobre los números de votantes de uno y otro lado, la curiosa presencia de abstenciones, la presencia de profesores completamente identificados con la administración y que, de repente, hicieron acto de presencia en la asamblea sindical donde se votaría el sí o el no a la huelga; se lanzarán interrogantes acerca de la inteligencia perversa que orilló a que se votara por la suspensión de actividades, sobre el por qué el rector una noche dijo “sí” y por la mañana dijo “no” al ofrecimiento de aumento global que se había pactado en la oficina del Secretario de Gobierno.
La gente podrá preguntarse cuál es el interés del gobierno de tener paralizado al Estado de Sonora, Universidad incluida, en este tiempo electoral y que, merced a problemas de visión social y política, el Ejecutivo estatal parece empeñado en complicar con la no aprobación del presupuesto de este año. En ese sentido, una pregunta válida es ¿por qué el gobierno da recursos al Consejo Estatal Electoral y no a la Universidad de Sonora? ¿Por qué condena a la quiebra a muchas empresas proveedoras del gobierno que no han recibido sus pagos por el problema de la “reconducción presupuestal”? ¿Por qué sataniza a los trabajadores universitarios ante la opinión pública y los reta a una huelga que es, entre otras cosas, legal y legítima?
Otra pregunta sería sobre el papel de la administración universitaria en esta coyuntura. ¿Por qué el rector no se ha puesto al frente de la comunidad universitaria y convocado a los actores políticos del Estado a discutir y aprobar el presupuesto universitario? ¿Por qué en el discurso se advierte lejanía o deslinde entre la administración y los académicos del STAUS? ¿A quién parece darle cuentas el rector en sus intervenciones públicas?
Lo anterior me hace recordar algunas discusiones amistosas con ciertos personajes de la vida universitaria. Sucede que cuando algunos docentes pasan a tener cierta posición en la administración de la institución, se olvidan de que algún día regresarán a su base, volverán a ser sindicalistas y se enfrentarán con la ausencia del complemento de que gozaban, dejando su sueldo en el mismo nivel que ahora, algunos, consideran “aceptable”.
Otros se miran y quedan puerilmente maravillados de su propia imagen en el espejo y exclaman “¡soy autoridad”!, persuadidos de que tienen la razón por el solo hecho de ostentar la etiqueta removible del cargo de jefe, director, coordinador, secretario o rector…, con lo que queda demostrado que los caminos de la banalidad son infinitos. A la debilidad mental evidenciada, se agrega la adulación de un equipo que confunde la institucionalidad con el arte de lamer el trasero del inmediato superior burocrático. Ser institucional es, en el buen sentido, velar y actuar por el mejor interés de la institución, no del grupo que en ese momento se encuentre en las posiciones de autoridad.
Otro matiz interesante es el que se advierte en los representantes institucionales en su relación con el gobierno del Estado. Escenifican la caída estrepitosa de la inteligencia humana, el decoro y la autoestima cuando suponiendo que guardan las formas del trato republicano, pasan a ejemplificar la patética farsa versallesca del lameculismo burocrático ante lo que perciben como poder. Tiemblan ante el resoplido del gobernador en turno, aspiran con deleite las flatulencias del funcionario y organizan foros para discutir los beneficios de una dieta rica en café, galletitas y confituras diversas que se ofrecen en las mesas de juntas de trabajo, mesas de diálogo, de negociación, de información, de elogios mutuos y reflectores varios que ambientan y posibilitan el trabajo fotográfico de los chicos de la prensa.
La desmañada actuación de algunos funcionarios universitarios ante el poder estatal, supone cursos intensivos acerca de qué corbata combina mejor con ese “traje que no uso desde que me tomé la foto para el certificado”. Desde luego que no es problema menor enfrentar la compleja tarea de anudarse la corbata, operación que requiere, en ocasiones, del apoyo de colaboradores especializados en las artes del vestuario.
Pero, volviendo al tema de la huelga, es alentador que un grupo de estudiantes se haya manifestado ante la consternada ciudadanía hermosillense en favor de la aprobación del presupuesto universitario y en apoyo a la lucha de los académicos. En medio de tantas opiniones y escaramuzas en defensa de lo políticamente correcto, la voz juvenil que se levanta parece decir “¡ya basta de tanta farsa! ¡Aprueben el presupuesto y dejen de manipular la opinión pública en contra de la institución universitaria representada legítimamente por sus trabajadores!”
Lo cierto es que para un profesor universitario el apoyo estudiantil es esencial desde el punto de vista moral. No es el número que presiona y apabulla, es la acción y la intención de dar a cada cual lo que le corresponde en justicia, porque un mejor presupuesto para la Universidad en realidad refrenda el compromiso estatal de apoyar a la educación. Para ser más preciso: la lucha de los académicos es por garantizar el derecho de los jóvenes a estudiar en las mejores condiciones posibles.
En resumen, la UNISON está en huelga por no haber sido aprobado el presupuesto correspondiente y no tener autoridades a la altura de las circunstancias; pero, en cambio, se advierten signos alentadores con la presencia de estudiantes progresistas y una ciudadanía que parece cobrar conciencia de que la lucha sindical es legítima y debe ser apoyada por todos.
http://jdarredondo.blogspot.com
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