viernes, noviembre 18

LA QUÍMICA DE HERIBERTO


El único político sonorense que pudo hallar la fórmula para apoyar abiertamente a Guillermo Padrés, y continuar a pesar de ello ejerciendo su poder en tiempos del nuevo gobierno sonorense, se llama Heriberto Grijalva Monteverde. Y es que, contrario a lo que muchos pudieran pensar, el Rector saliente de la UNISON tiene la química para lograrlo.

Un caso que pone de relieve su magistral manejo de la ocasión política, es cuando consiguió, sin que nadie lo previera, embarcar a los miembros de la Junta Universitaria y comprometer el patrimonio de la institución en la aventura del Sonora SI.

Alentado en 2012 por Roberto Romero López, entonces Secretario de Gobierno, Grijalva Monteverde ideó un contrato de arrendamiento-comodato que fue redactado a modo para beneficiar al Ayuntamiento panista de Puerto Peñasco, cediéndole un terreno para uso de playa pública que había sido propiedad de la Universidad de Sonora. El presente reportaje, realizado para Crónica Sonora, versa sobre cómo se llevó esto a cabo y sobre la delicada situación por la que pasa la UNISON en estos momentos.
Un breve recuento
Desde los tiempos del Rector Pedro Ortega Romero, otro químico, se orquestó una ofensiva a lo que se conoce como la perla más preciada de la institución: una donación que se hizo a la Máxima Casa de Estudios en 1963, consistente en un terreno de playa superior a las 20 hectáreas, con 500 metros de litoral. Lo que entonces quedaba lejos de la mancha urbana, hoy se encuentra céntricamente ubicado.

En mayo de 2005, presumiendo tener ofertas previas de compra, Pedro Ortega ordenó a través de su tesorero, el contador Ricardo Valdéz, el avalúo de dicho inmueble, ascendiendo éste a  más de 43 millones de dólares, documento que es de dominio público [1].
Sabedor de su valor, el Rector persuadió a la Junta Universitaria para que, al no seguir en operaciones la Unidad Experimental Peñasco, que existió en ese sitio, como se explica en acta de agosto de 2006, el terreno que alguna vez hubo de ser administrado por el DICTUS pasó a esperar la venia del Colegio Académico para ser vendido. Dicho órgano colegiado acordó, en acta emitida el 17 de marzo de 2007, “aprobar la desincorporación del predio Unidad Experimental Peñasco” [2]. Quedó así abierta la puerta para permitir su enajenación.

El tiempo obró sin embargo en contra de Ortega Romero, quien debió dejar Rectoría a su sucesor sin poder cobrar los frutos de su esfuerzo. En 2009 éste pasó la estafeta a su Vicerrector, Heriberto Grijalva Monteverde, químico al igual que él. En sesión del 30 de noviembre de 2011, la Junta Universitaria aprobó en acta número 97, por insistencia de Grijalva Monteverde, una negociación de arrendamiento con el gobierno del estado. [3] ¿Para qué venderlo?, mejor lo rentamos, esa fue la lógica.

Un contrato bien diseñado
Pasado el tiempo y buscando los amarres para garantizar su reelección, a inicios de 2012, “El Heri”, como gustan llamarlo sus amigos, confeccionó con la ayuda del Abogado General de la institución, un contrato de comodato diseñado a detalle para que el gobierno panista pudiera echar mano del citado terreno, sin que ello costara a nadie, beneficiándose de ello la causa padresista; lo anterior, claro está, sin que causara, como sucedió a la postre, responsabilidad penal o civil alguna, una vez que llegase a  descubrirse el trasfondo.

De manera efímera y de forma escueta [4], el 10 de febrero de 2012, la Dirección de Comunicación del Alma Mater anunció el negocio que para todos representaba el acuerdo conseguido con la Secretaría de Gobierno: “La Universidad de Sonora firmó un contrato de arrendamiento de un terreno de su propiedad, ubicado en Puerto Peñasco, Sonora, a cambio de beneficios de gran impacto para el logro de los objetivos y metas de la institución” [5].

Un día después se dieron a conocer los términos del mismo: 1) La duración sería de 20 años, 2) El beneficiario pagaría por la renta 5 millones de pesos anuales, 3) La Universidad conservaría su posesión y 4) Se beneficiaría además a la institución, al admitirse pasantes de medicina en el Hospital General, donde se les construiría espacio para su residencia [6]. Un negocio redondo.

La cobertura de la noticia no se limitó al estado [7], fue incluso nota a nivel internacional [8]. El Rector citó a conferencia de prensa en la Sala de Juntas de Rectoría, para anunciar junto con Roberto Romero [9], cómo gracias a la disposición de la Junta Universitaria y a la iniciativa del Nuevo Sonora, se logró un acuerdo que permitía beneficiar a Puerto Peñasco y quitar incluso a la UNISON la carga de tener que pagar por “la vigilancia” de dicho terreno [10].

En Peñasco, la noticia fue bienvenida con el mismo júbilo con que fue anunciada por el Rector en Hermosillo. Hicieron eco las palabras del Secretario de Gobierno, quien afirmaba: “El Gobierno del Estado está del lado de la Universidad” [11]. Se planeó sobre el terreno alquilado una inversión superior a los 360 millones de pesos en dos proyectos, financiamiento proveniente del Sonora SI, que contemplaba acceso a la playa, estacionamientos y una planta tratadora de aguas [12]. El logo de la Universidad de Sonora lució espectacular junto al del Nuevo Sonora.

Ven a “Mi Playa”
Antes del arribo de Semana Santa 2012, el Alcalde portoroquense de extracción panista, Alejandro Zepeda, inauguró “Mi Playa”, contribución de la Universidad de Sonora al magno proyecto sexenal de Guillermo Padrés Elías. Para más contundencia, la Unison fue parte de la campaña emprendida por el munícipe, apareciendo como instancia patrocinadora en la entrada del balneario [13].

La aportación de Heriberto Grijalva Monteverde al gobierno de Padrés no fue poco significativa. Tuvo la inteligencia para construirse previsoriamente un protagonismo que supo vender para garantizar su reelección; poseyó además la química para allegarse el reconocimiento del exmandatario, como se verá.

El 10 de febrero de 2012, ante la presencia de la Gobernadora de Arizona, Jan Brewer, se apersonó frente al Gobernador en la playa del puerto, para poner en sus manos un fólder conteniendo el contrato de cesión del terreno, con lo que la figura del Ejecutivo Estatal, en pleno auge (alimentado por los recursos allegados a base de deuda de los sonorenses), apuntalaban su popularidad en niveles estratosféricos [14].

Dando cuenta del acontecimiento, Jorge Morales Borbón, en comunicado de prensa emitido por la Secretaría de Comunicación Social expresó: “Heriberto Grijalva Monteverde se mostró orgulloso de que la Universidad de Sonora pueda ayudar con el terreno, pues es un proceso en el que gana la Unison, el estado y principalmente la población de Puerto Peñasco” [15].

Opacidad, complicidad y peculado
Debido a que los términos y condiciones del contrato de arrendamiento fueron manejados con la más hermética secrecía, se solicitó a través del portal de Transparencia universitaria el documento. El Abogado General, negando la solicitud por tener carácter de “información reservada”, señaló el 23 de octubre de 2012 que se trataba “de documentos de un expediente o procedimiento que se encuentra en trámite ante un Órgano de Gobierno, así mismo que su divulgación podría vulnerar los derechos de estudiantes, profesores e investigadores y a la Universidad en sí, pues parte importante de la negociación con el Gobierno del Estado involucra la disposición y uso de las Áreas de Enseñanza e Investigación de un Hospital Público”. [16]

Cabe agregar, que el terreno de Puerto Peñasco, no sólo fue utilizado por el Alcalde Alejandro Zepeda para la promoción de su gestión, sino que actualmente sigue siendo usado con ese fin, como se documenta en las actividades realizadas este mismo año por Kiko Munro, al actual alcalde panista. [17]

Nadie habría estado en desacuerdo, si la Universidad de Sonora hubiera prestado el terreno desde el principio al pueblo de Puerto Peñasco. El problema es el engaño al que se recurrió y la expectativa que alimentó el Rector con aspiraciones personales. Tomando el pelo desde un principio a la Junta Universitaria, prometiendo la captación de cinco millones de pesos anuales y otros beneficios que, desde que se firmó el contrato, nunca pensaron cubrir. Para decirlo claramente: Heriberto Grijalva Monteverde acordó con Guillermo Padrés y Roberto Romero López, hoy prófugos de la justicia, el doloso y planificado usufructo del terreno con fines particulares, planeando que no cubrieran nunca con el pago convenido a la institución.

La Junta Universitaria, de viaje a Peñasco
Prueba de lo anterior, es que a pesar de que se sigue utilizando el terreno en nuestros días, la Universidad no consigna en sus estados financieros desde 2012, registro alguno del ingreso de los 25 millones de pesos que estarían acumulados al día de hoy, como concepto de ingresos propios por arrendamiento. La Junta Universitaria no ha tenido tampoco el valor de exigirle una aclaración pública al respecto, con lo que se ha vuelto cómplice. A lo más que llegaron, fue a acompañar al Rector a Peñasco este verano, con el fin de inspeccionar personalmente, el fraude diseñado desde 2011 y, por su puesto, las condiciones de abandono en que se encuentra el mismo.

Testigos entrevistados para esta investigación coinciden en señalar que el Rector, cuando llega a tocarse el tema, afirma que se trata de una “deuda prácticamente incobrable”. No obstante, todos son de la opinión, de que en su persona recae la culpa de haber encubierto la deuda y no haber denunciado nunca; como tampoco ha pasado hasta hoy a cancelar el contrato.

Siendo el Rector juez y parte, es ingenuo pensar que procedería a denunciar algo que él mismo planeó, condujo y capitalizó en aras de mantenerse (y mantener a los químicos) en el poder. Semanario De Frente, en Puerto Peñasco, denunció el 13 de agosto de 2015 el garlito en que Heriberto Grijalva metió a la Universidad señalando: “Se acabó la administración estatal del gobierno que encabeza Guillermo Padrés Elías y la “fastuosa” playa en la que se invertirían varios millones de pesos solo quedó en el papel y los buenos deseos”. [18]
Enrique Velázquez Contreras: químicamente puro
Hoy declara el Rector de la Universidad de Sonora que la institución no tiene para pagar aguinaldos ni nómina este diciembre.[19] No hay para cubrir salarios de profesores y empleados, así de fácil.
Hacen falta 100 millones de pesos. Pero de los 25 correspondientes al terreno que ‘alquiló’ a Padrés, cuando éste estaba en la cúspide de su poder, no menciona nada. Con todo y que tuvo un terreno de 43 millones de dólares en Puerto Peñasco, el DICTUS, a decir de su Jefe, carece hoy irónicamente de los recursos mínimos para realizar sus investigaciones. [20]
Deseo concluir este reportaje señalando que una vez conocido por todos esta jugada, es difícil pensar que las puertas de Palacio puedan seguir abiertas para Grijalva Monteverde. Quizá por ello, buscando sobrevivir, se repliega ahora con el grupo al que tanto benefició el sexenio pasado, pretendiendo amarrar un acuerdo presupuestario permanente con ayuda del diputado Manuel Villegas Rodríguez, intentando salvar desesperadamente, una Universidad que conduce al naufragio. [21]

A pesar de toparse con aguas turbias, Grijalva Monteverde tiene sin embargo la química de su lado y conoce bien la fórmula. A finales de este mes se define la convocatoria para nombrar nuevo Rector y él ya tiene en Enrique Velázquez Contreras, no sólo a un cómplice del contrato de renta, sino sobre todo a un candidato químicamente puro, con diez votos seguros en la Junta Universitaria para conseguir por ocho años más la sobrevivencia de lo químicos. Eso, claro está, a condición de que no surja un agente disolvente…
Por José Luis Martínez
Fuente: http://www.cronicasonora.com/la-quimica-de-heriberto/