Promesa en Peligro
Esteban Martínez Díaz
Una joven estudiante de la Universidad de Sonora, en la carrera de las Ciencias de la Comunicación, yace en el Hospital General del Estado, víctima de un daño cerebral, a consecuencia de una operación de las anginas, de las intervenciones, que, con los adelantos que registra la medicina actualmente, se le puede calificar como sencilla y sin riesgo.
Las medicinas que necesita tienen un costo de diez mil pesos, que su padre, pescador de oficio, no puede sufragar, por lo que está recurriendo a la bondad pública y a la solidaridad de una sociedad que debe de responder a este llamado, para evitar que se pierda esta joven promesa, de 21 años, que pese a las limitaciones económicas a que se enfrenta su familia, anhela superarse, ser elemento de progreso de los suyos y dar culminación a su vocación servicio a la comunidad.
El amor al género humano, también conocido como filantropía, debe hacerse presente en la sociedad sonorense, en Zaira Abilene Núñez Osuna, cuya lesión cerebral le puede traer secuelas permanentes de incapacidad motora y mental, destruyendo totalmente sus ilusiones y la de sus padres y hermanos que ven en ella el orgullo de una jovencita que sueña con algo mejor.
Se publicita que, en breve, será otorgado el premio a la filantropía por lo que corresponde a la sociedad sonorense, patrocinado por las fundaciones Esposos Rodríguez, Maldonado y Healy, dando este galardón a las personas, empresas e instituciones más destacadas en su ayuda al prójimo durante el 2008.
No creo que los interesados en recibir esta nominación o este reconocimiento, ignoren que entre una de sus buenas obras del año que está próximo a terminar, debe figurar la salvación de la vida y del futuro de la joven universitaria Zaira Abilene, que espera medicinas y atención médica en una institución pública que carece de los elementos necesarios para brindarle la oportunidad de sobrevivir.
La joven se encuentra en estado de inconsciencia y requiere ayuda económica para los estudios de neurología que tienen un costo de mil 300 pesos cada uno y medicinas por un valor de 300 pesos. Es lógico que la atención médica que requiere recibir costará más y, en la medida que pase el tiempo de su recuperación o tratamiento, sus padres se verán impedidos de pagar por este servicio, lo que no augura un buen futuro para la paciente.
Sus padres tienen fe en una recuperación milagrosa y en la ayuda caritativa de los sonorenses, especialmente de sus coterráneos de Hermosillo. La estudiante enferma cumplió 21 años el 12 de noviembre y su anhelo era hacer un viaje a Phoenix, Arizona, con los dos mil pesos que le daría su padre, una vez que vendiera el camarón que había capturado en esos días.
Estamos en una etapa de la vida de Sonora en la que todos se desviven por servir a los demás con miras a los puestos públicos que se pondrán en el aparador en el año venidero y entramos, además, a una etapa de la vida del ser humano en que todo se relaciona con el amor y la ayuda a los necesitados, a los abandonados, hundidos en la miseria y el dolor.
Es la Navidad uno de los ritos anuales en que se procura y se desea dar felicidad a los demás. Aflora el sentido y el amor hacia las buenas obras y se nos despierta el espíritu misericordioso para con nuestros semejantes.
Es la feliz navidad o aniversario del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. Se desea lo mejor para todos. El dolor, la necesidad y la miseria son algo que no debiera existir. No se puede imaginar el sufrimiento en estos días y que haya jóvenes como Zaira Abilene sujetas a limitaciones físicas y a dolores extremos de la pérdida de su porvenir, por falta de la ayuda generosa de sus semejantes.
Es el momento en que los buenos corazones deben aflorar y extender su mano espléndida con el fin de buscar el alivio de los males de esta jovencita. Darle una buena y feliz Navidad y la esperanza a sus padres y familiares de que Dios todavía existe y que la solidaridad humana es una acción que nunca podrá ser eliminada, pues marca el motivo principal de la existencia del hombre sobre la tierra.
Este es un grito que lanza una familia angustiada que todavía tiene esperanzas de que el mundo tiene corazones limpios, caritativos, que no son inmunes al dolor ajeno y que practican las palabras del Redentor: «Amaos los unos a los otros».
Zaira Abilene Núñez Osuna se aferra a la vida en la sala de terapia intensiva del Hospital General del Estado.
0 comentarios:
Publicar un comentario