viernes, julio 10

Por encima de Rectores, la Universidad por siempre

Héctor Rodríguez Espinoza

En las monarquías, cuando fallecía el rey se le despedía con la frase “Muerto el Rey, viva el Rey”, implicaba la despedida del difunto, pero al mismo tiempo la bienvenida de un nuevo monarca. El luto duraba lo que un suspiro, porque lo importante era el futuro cargado de esperanza, lo que estaba por venir. Esto sería aplicable a la sucesión en nuestra máxima Casa de estudios.

Pedro Ortega

Originario de Cajeme, estudió apoyado por familares y tutores, hasta escalar postgrado. Formado en la Escuela de Ciencias Químicas y en el Dictus, el exrector Jorge Luis Ibarra lo incorpora como vicerrector y a su grupo. Pero a su arribo a la rectoría, Ortega amplía la planta de sus colaboradores, 100% de Químicos -prescindiendo a figuras de otras 30 carreras-, al grado que un profesor llamó a nuestra Institución: la Universidad Química de Sonora. Ese sería su sello administrativo y académico por el que será juzgado por la implacable Historia, de forma que, la principal condición que los docentes de los departamentos le impusieron al nuevo rector en sus entrevistas para pedirles su apoyo ante la Junta, fue cambiar el equipo de químicos.

Sus fortalezas y debilidades durante sus 8 años constituyen un legado -como todos los de sus antecesores y el futuro de sus sucesores- de aciertos y de errores, de avances y de estancamiento cuando no de retroceso, de gratitudes y de rencores. Para juzgar sus dos periodos habrá que hacerlo -cuantitativa y cualitativamente- de sus 8 informes anuales, en particular el último.

Se jactó de haber obtenido la certificación del 100% de los programas académicos –no es poca cosa- y de su exitosa gestión para obtener recursos para infraestructura escolar y deportiva, embelleciendo los recintos.

Siendo, como académico, miembro del STAUS (con un privilegiado ingreso), nunca se comprendió su apatía o indiferencia por las sentidas demandas laborales –salario y prestaciones- de sus pares. Mucho menos de las del STEUS. La fractura quedó expuesta.

Tuve poco trato personal con él. Siendo vicerrector, lo entrevistamos para explorar su apoyo para otorgar el Doctorado Honoris Causa al Dr. Leonel Perznieto, fundador de la Maestría en Derecho Internacional Privado, lo que nunca prosperó.

Una semana antes del término de su gestión, en domingo, coincidimos en un democrático café en el Mercado Municipal, la plática inició sobre su afición al deporte y derivó en mi cortés reclamo sobre el injusto olvido en que ha tenido, la Universidad, al Mayor Isauro Sanchez Perez, contrastado con el tributo a ameritados personajes, como Emiliana de Zubeldía, Martha Bracho, Alberto Estrella, Miguel Castro Servín, Alberto Córdova y Gustavo Hodgers. Lo aceptó y de ahí mismo le habló a Cutberto López para lo conducente. Les envié un borrador de Acuerdo, pero ya no supe si alcanzó a firmarlo.

Sus últimas palabras como rector, en la ceremonia de protesta de su sucesor, ya no aparecen el sitio oficial del Alma Mater.

Heriberto Grijalva Monteverde

Entre varios aspirantes, la Junta desoyó el clamor de “no más químicos” y lo desafió, designando a uno de ellos, el de mayor rango. Si fue acierto o error, lo conoceremos a su tiempo.

Protestó en un día de un luto que no cesa, en un auditorio rodeado de cruces y velas de la protesta universitaria y popular, en un sitio que suele ser para alegría y el bullicio.

Originario también de Cajeme, de una familia de docentes, no obstante haber sido el número dos en los 4 últimos años del ex rector, se le reconoce como un universitario de cepa y de tinte progresista, virtud más propia de los humanistas y escasa en los técnicos. Parece ser lo que, en Filosofía, se conoce como una buena persona.

Su objetivo principal es la vinculación con la comunidad de los esfuerzos de los académicos y estudiantes, "para llevar a la institución a la calle". Algunas de las especificaciones de su plan de trabajo las ha conversado con medios de comunicación; la vinculación está encaminada a llevar a la sociedad la práctica de todos los programas y proyectos de investigación, educativos y promoción de la cultura.

"Que la Universidad salga a las calles y se refiere a la parte cultural, científica, de divulgación; que las prácticas profesionales, los muchachos en la práctica de su carrera, estén directamente en contacto con la gente aprendiendo no sólo de su carrera, sino de lo que estén viviendo", expresó; y que trabajará en unir los esfuerzos de los universitarios para vincularlos con el quehacer de la sociedad, porque la Universidad le pertenece.

Siendo la principal condición que los docentes de los departamentos le impusieron en sus entrevistas para pedirles su apoyo ante la Junta, cambiar el equipo de químicos, cumplió parcialmente.

A diferencia de Ortega, no parece que ni la práctica ni la promoción del deporte vayan a ser una prioridad.

El confirmar al Secretario académico –corazón de la Universidad-, significa que continuará el modelo con todas sus bondades y vicios, éstos que tanto los hemos resentido en Derecho.

Siendo, como académico, miembro del STAUS (con un privilegiado ingreso), deberá alejarse de la apatía e indiferencia de su antecesor por las sentidas demandas laborales –salario y prestaciones- de sus pares y las del STEUS.

No he tenido trato personal con él, excepto una ocasión en que, casualmente, lo saludé en la época de la auscultación de la Junta, en la División de postgrado, durante un receso de mis sesiones de Doctorado. Fumando un habano, me expuso –con optimismo- ciertas ideas y planes.

Lo de “la Universidad en la calle” se oye bien, pero faltaría conocer el protocolo del programa, el presupuesto necesario, el responsable de su ejecución y la responsabilidad de sus operadores. 30,000 alumnos y 1300 profesores son un ejército cultural de reserva con el que se podrían transformarse las calle y el rostro de las ciudades donde tenemos recintos. No deberá ser una frase demagógica más.

Deberá navegar contra la corriente de la Secretaría de Hacienda que pretende recortar los presupuestos de las Universidades públicas y apoyar al Rector de la UNAM en su postura: “Ni un peso menos”.

Le tocará una inédita crisis del segundo trienio de la administración federal y del primero de la estatal, de corte panista.

¿Tiene remedio la cancelación del permiso, por la SCT, del -privilegio único en la República- Canal 8 de TV? Radio Universidad debe robustecerse y repetirse en toda la entidad, como Radio Sonora.

Dispensando mi insistencia, deberá enmendar el injusto olvido en que ha tenido, la Universidad, al Mayor Sanchez Perez y apoyar agresivamente a su exánime Banda de Música, que para estas alturas -60 años después- ya debería ser una Orquesta Sinfónica Universitaria.

Clave será la inminente designación de Vicerrector (a) en las tres unidades.

“Muerto el Rector, viva el Rector”.

Lo importante es el futuro cargado de esperanza, lo que está por venir.

Por sus frutos los conoceremos.

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