miércoles, abril 16

UNISON, entre la dignidad y la vileza

Por Leopoldo Santos Ramírez / Dossier Politico

En estos largos días de huelga del Sindicato de Trabajadores y Empleados de la Universidad de Sonora, STEUS, el público observador ha podido constatar algunos hechos que no pueden ocultarse.

Primero, hay un alejamiento de la rectoría de Heriberto Grijalva respecto a las bases de trabajadores y empleados llegando al extremo de sitiarlos económicamente para vencerlos por hambre. En la historia de las relaciones laborales de la Unison es difícil recordar algún rectorado que haya procedido de la manera como lo está haciendo Heriberto Grijalva. El hecho revela un inaudito desprecio por quienes con sus jornadas de trabajo hacen funcionar la infraestructura física de la universidad, y que ahora defienden sus derechos con una sorprendente dignidad. Pero el caso es que ese mismo desprecio por los empleados se manifiesta también en contra de los maestros universitarios a quienes se mantiene en una "negociación" de cuentachiles, ante un posible estallamiento de huelga magisterial.

El segundo hecho que también salta a la vista es la alianza entre gobierno estatal y autoridades universitarias. En ambas hay un manifiesto repudio a la organización de trabajadores, académicos y estudiantes, quienes prácticamente son los pilares que sostienen a la Unison. Esa actitud no es de extrañar en alguien como Guillermo Padrés que durante su gubernatura se ha dedicado a jugar su capital político en aventuras que podrían llevarlo al derrumbe por los saldos desfavorables que su administración presenta,  pero lo que resulta por demás atípico es que un universitario como el rector se preste a una política de desprestigio y de erosión de la vida universitaria, ligando su destino personal al de un gobernador en franco desprestigio.

Un tercer hecho que no puede tampoco ocultarse consiste en que en estos largos días no ha habido ningún académico universitario de verdadero prestigio que defienda los planes de la rectoría y del gobierno contra la Unison. Por eso se ha echado mano de lo que caiga, y han sido investigadores como Álvaro Bracamonte y Nicolás Pineda de reconocida cercanía con los funcionarios del sexenio que está por terminar, quienes desde El Imparcial - mira nomás dónde- se han encargado de deturpar al movimiento de huelga. Es difícil no sentir pena por la labor de desinformación y retorcimiento de las demandas de los trabajadores que estos profesores investigadores han realizado.

Un cuarto hecho que cada día va quedando más claro consiste en que la presente huelga es por violaciones sistemáticas al contrato colectivo de trabajo, contrato que los empleados de la Unison fueron perfeccionando durante su azarosa experiencia sindical. Entender esto es crucial para comprender cómo la vida de los empleados dentro del sistema de instituciones y de empresas adquiere un sentido y rumbo cuando se rige por las leyes laborales y por los contratos que pactan con la patronal.

Un quinto hecho se refiere a la casi nula transparencia en el manejo de las finanzas. Inclusive desde el congreso del estado se ha señalado esta situación. Quizá ni el gobierno sabe con certeza la manera en la que se aplican los recursos en la máxima casa de estudios. Allí hay como una contabilidad de magos que pueden crear y manejar bolsas de reserva que al parecer no es posible rastrear, y en donde posiblemente estarían los recursos que solucionarían el actual conflicto.

Un sexto hecho consiste en el embotellamiento demográfico de la universidad. Se da el caso de que ni empleados ni maestros pueden jubilarse porque sus ingresos caen irremediablemente. En esta situación hay por lo menos 200 empleados del Steus y otros tantos del área académica, situación ante la cual los últimos rectorados fueron negligentes.

Un sexto hecho está más claro que el agua, el ciclo de los químicos empoderados en la universidad y que se preparó con la implementación de la Ley 4, está concluyendo en una crisis de pronóstico reservado.

Los riesgos claros

Por supuesto que en Sonora existe gente que quisiera embestir con más fuerza a la universidad y sus verdaderos intereses.

Esta gente se acuerpa en medios como El Imparcial periódico en el que está prohibido escribir a favor de cualquier causa sindical, pero en donde tienen espacio libre quienes con sus escritos ataquen y desprestigien luchas de trabajadores como es la que hoy sostiene el Steus. Esa ha sido la historia periodística de este periódico que en repetidas ocasiones ha llamado a crear disturbios que empañen a la universidad. Un ejemplo de cómo se las gasta es el artículo del día de ayer firmado por Jesús Canale en donde prácticamente llama a que los estudiantes "abran" la universidad. Me imagino que a fin de cuentas este periodista será consecuente y comandará a las huestes antihuelguistas. Bueno, eso está por verse.

Lo que sí se ve hoy es que un interés primordial consiste en respetar el Estado de derecho y la legalidad de las acciones de los trabajadores, los maestros y estudiantes como componentes básicos de la universidad. Pero en este contexto amenazante, lo más riesgoso es que ya existe una situación en la que los tradicionales enemigos de la universidad se sienten con el privilegio de pasar por encima de los derechos constitucionales. En este aspecto, los universitarios deberían de salir de su modorra y ver por dónde acecha la bestia.

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